27.6.08

Justice - D.A.N.C.E


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Más de 100 remeras en menos de 3 minutos... todo un record de los franceses de Justice con D.A.N.C.E

26.6.08

Y ahora quién escucha tu remera?

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Nunca antes la calle vino con tanta bibliografía ad hoc. Este verano sobresaturó con su desfile de pecheras parlantes: chistes, opiniones, posturas frente a la vida o frente a una noticia de la semana anterior, todo eso entró en una remera, como si fuese una especie de pizarrón (con todo lo renovable que eso implica) que sirve para sentenciar un gritito del momento y después acallarlo en el fondo del placard, cuando ya nadie sepa a qué alude y cuál es su gracia.

El combo del boom de las remeras parece incluir vicios bien contemporáneos: la necesidad de volver a poner de moda una prenda barata y masiva, la pulsión de opinar sobre cada cosa que pasa (de la mano de blogs, flogs, egologs, emologs, etcétera), el peso fugaz de todas esas opiniones, tan efímeras como cualquier noticia de un diario.com, y, cómo no, la despiadada, brutal y virulenta carrera por ser más filoso, más inteligente y más ocurrente.

Por siempre Godard. “El cine que nos gusta”, dice Matías Carbone, diseñador de Félix

También, de paso, una mirada retro, que nunca viene mal. En este caso las miradas apuntan a dos historias entrelazadas. La primera la encuentra a la diseñadora inglesa Katherine Hamnett, especialista en remeras símil camisón con inscripciones políticas antibélicas y proecologistas, que tuvo un pico de popularidad cuando se encontró con Margaret Thatcher portando una remerota que decía: “el 58% se opone al pershing” (en referencia al misil nuclear). La banda ochentosa Frankie Goes To Hollywood incluyó como promoción remeras con una estética similar y la frase “Frankie Says Relax” en honor a su híper hit, un eslogan que saltó a la masividad y fue completamente resignificado cuando la BBC prohibió la exhibición del videoclip, por su temática homosexual. Al día de hoy, esa remera forma parte de la memorabilia de los fanáticos. Tanto es así que algunos remerólogos que naufragan en la red la tienen como la remera que supo transmitir mejor que ninguna otra el pulso de su época, y la comparan con la reciente “No One Cares About Your Blog” (A nadie le importa tu blog). No son éstas las únicas comparaciones. El estilo Hamnett (y los años ochenta en general) tiene algún tipo de homenaje en la marca de remeras más resonada del momento: House Oh Holland. Sus modelos (remeras grandotas, de un solo color con letras grandes) disparan fuego a un mundo de la moda que sólo captan los especialistas más actualizados: “Cause me pain, Hedi Slimane” o “Do me daily, Christopher Bailey” (Hacémelo a diario, Christopher Bailey), siendo Hedi Slimane diseñador top de la firma Dior y Christopher Bailey director creativo de Burberry Prosum, y otras sagacidades por un promedio de 30 libras son algunos de los ejemplos.

Slimane duele, una sutileza contra los diseñadores de Dior.

Este es el turno del cinismo, el humor y el efecto primera plana de un diario. Así habría que entender la remera que portó la desesperada Eva Longoria cuando las alianzas de Pitt y Aniston todavía estaban tibias, en la que se leía: “Yo tendré tu bebé, Brad” (y que le valió una disculpa pública) o también las que inundaron los pechos yankees con “team Aniston” y “team Jolie” (bando Aniston y bando Jolie). Remeras con fecha de vencimiento en la etiqueta, obvio.

Parlanchinas y ocurrentes

En Argentina, el mundial 2006 fue una buena ocasión para un desfile de moda callejera que incluía remeras alejadas de la típica camiseta esponsoreada, con los pectorales maquillados de algunas ironías. Tal vez las más recordadas sean las escritas en italiano: “Non parlo di doping” o “Siamo fuori”, de la marca Refans A+, que hacían jueguito con el imaginario y las experiencias mundialistas de los fanáticos.

Pero no son ésas las únicas ni las más antiguas. La marca Félix viene apostando a las remeras con estampas atractivas hace años, y entre ellas las que tienen inscripciones son las que más pegan entre los clientes. “Los mensajes de las remeras son muy directos, pero además cada vez la gente habla más por lo que lleva puesto. Estas remeras generan una identificación y hablan de cosas que nos gustan a nosotros, pero tampoco es que todo el mundo entiende qué se está poniendo...”, dice Matías Carbone, diseñador de Félix. Sus remeras tienen nombres de bandas o inscripciones del tipo “For ever Godard”, muy diseñadas y en colores atípicos. O sea: nada que ver con la clásica remera de fan que vende el Locuras. Más bien, todo lo contrario. A eso apunta Ignacio D’Amore, editor de moda del e-zine Exito y el mentor de una remera de Metallica mitificada por la siguiente anécdota: él se la regaló a un amigo, que la usó, entre otras cuantas veces, para ir a almorzar a un restaurante de Chelsea, Londres. En el mismo restaurante estaba Kate Moss, que cuando le vio la remera turquesa con las letras fucsias de la palabra Metallica lo detuvo para decirle: “I love your T-shirt!”. Pasado el momento del acelere, Ignacio reflexiona sobre la remera: “En ese momento me interesaba como gesto ponerle colores que usan algunas chicas o algunos negocios de moda, que no tienen nada que ver con lo que representa Metallica. También pasa que cada remera dice algo diferente dependiendo de quién la usa”.

Especialistas punto com

La propagación de remeras para leer también apunta a estampas refinadas, que terminan de dejar en el colmo del ridículo a las del tipo “Hard Rock Miami” o “Yo estuve en Florianópolis” (sí, lo sabemos: en cualquier momento vuelven a ser lo más). Threadless es un negocio virtual que se presenta como una competencia: se eligen seis estampas por semana para imprimir en remeras de entre centenares que recibe, enviadas por artistas, diseñadores o amateurs. Algunas apuntan a la frase graciosa o inteligente. Otras proponen dibujos, garabatos o chistes gráficos en general bastante sofisticados. A tal punto la remera ya es un soporte legitimado, que bajo el lema “arte para todos los días”, la inflada e indiscutiblemente cool marca japonesa Beams T viene invitando desde el 2001 a artistas, diseñadores, músicos e iconos de la cultura como Kevin Lyons, Tsuyoshi Kusano o Yoko Ono a que hagan estampas para imprimir en sus remeras. Ahora acaban de publicar el libro T-shirt Factory, con los mejores 300 diseños.

Anti-Blog, la más festejada en la blogosfera.

Además de tener un circuito aceitado de venta y difusión, la remerología –una consecuencia natural de la opinología de las remeras– es una disciplina más en la blogosfera y unos cuantos se vienen sumando a esto de criticar los diseños de las remeras, denunciar plagios y aplaudir ejemplares estelares (de hecho, si pensamos que la remera que dice “A nadie le importa tu blog” podría llegar a estar dirigida a estos nuevos especialistas, empieza a darse un espejo de la puja rockeros-críticos que no tiene desperdicio). Un caso es el de tcritic.blogspot.com, una pluma que parece tan obsesionada por las remeras que en San Valentín posteó la foto de una, con la cita “To die, to be really dead... That must be glorious” (Morir, estar realmente muerto... Eso debe ser glorioso), justificando el post con su atracción por las chicas góticas y su soltería en el día de los enamorados. Otro es el de Jason Cosper, un ciberadicto, medio nerd, medio cazador de tendencias, que se propone dar a conocer al mundo las remeras que a él más le gustan, aun cuando muchos amigos caigan en el quemo de tener la misma. Con esa meta, llega a momentos de sensibilidad dignas de un fanático: “Tengo que agregar que todos los nuevos diseños de Oddica (marca de remeras) lucen muy bien y todo eso, pero éste en particular terminó ganando mi corazón cuando todo estaba dicho y hecho”.

Por suerte para él, todo indica que el futuro le deparará más sorpresas así de conmovedoras: no hay dudas de que las rotativas siguen imprimiendo remeras a lo loco.

Por Natali Schejtman (Fragmento) http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-3632-2007-02-25.html

Qué parte de NO no entendés?


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Viktor Horsting y Rolf Snoeren se conocieron estudiando Moda en la Academia de Arte de Arnhem. Al terminar sus estudios, cumplieron con el clásico paso obligado de cualquier diseñador de moda: trabajar en Paris. En un principio, sus labores fueron destinadas a marcas establecidas del lugar y poco a poco comenzaron a mostrar sus particulares creaciones en circuitos más underground de arte. Actualmente están establecidos en Ámsterdam y son conocidos como Viktor & Rolf.

Exageración, distorsión y repetición. Y una vez más, escrito sobre el cuerpo.


25.6.08

Nuevos artificios para viejas acciones.


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« En nuestros días, el hombre ha desarrollado extensiones o prolongaciones para realizar casi todos los actos que antes llevaba a cabo sólo con su cuerpo. La evolución de las armas comienza en los dientes y el puño y termina en la bomba atómica. El vestido y la casa son extensiones del mecanismo biológico para la regulación de la temperatura. Los muebles han sustituido a los talones o al suelo, cuando ha de sentarse. Las máquinas-herramienta, las lentes, la televisión, los teléfonos y los libros, que transmiten la voz a través del tiempo y del espacio, son ejemplo de extensiones materiales. El dinero es un medio para extender y almacenar el trabajo. Nuestras redes de transporte hacen ahora lo que antes hacían nuestros pies y nuestras espaldas. De hecho, todas las cosas materiales realizadas por el hombre pueden considerarse extensiones de lo que el hombre hizo antes con su cuerpo o con alguna parte especial de él. »

Edward T. Hall, The Silent Language.

La exteriorización de ideas y sentimientos que originariamente eran propias del lenguaje y el hablar, se vuelca a nuevos soportes más allá de lo vocalizado. La remera que llevo puesta dice de mí, o de mis ideas o aficciones, sólo aquello que me interesa. Un proselitismo constante o una nueva forma de autismo social?.


Mala, mala remera.


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Hace unos días, Ashli Walker revisó un estante de remeras de marca, indecisa sobre cuál comprarse para llevar al día siguiente a la secundaria Eleanor Roosevelt del condado de Prince George, en la zona de Washington, en Estados Unidos. ¿La negra con la leyenda "Confía en mí, soy soltera"? ¿O la blanca que decía "Yo sé lo que los chicos quieren"? Estas remeras son abiertamente sexuales, ocasionalmente inteligentes y muchas veces cargadas de doble sentido, lo que obliga a las autoridades escolares y a otros estudiantes a leer provocaciones estampadas en el pecho, como "Sí, pero no con vos", "Tu novio besa como los dioses" o "Dos chicos por cada chica". Este tipo de remeras son emblemáticas del tipo de cultura en la que hoy habitan algunos adolescentes, en la que el status se define mediante imágenes de promiscuidad sexual que las generaciones anteriores podrían haber considerado inapropiadas.

Las remeras, que para algunas autoridades escolares son más explícitas que nunca, están planteando dilemas de código de vestimenta en las escuelas de la zona de Washington. Los sistemas escolares, por lo general, prohíben la ropa que exprese vulgaridad, obscenidad o que promueva el cigarrillo, el alcohol, las drogas o las armas. Por ejemplo, las remeras con la marca Budweiser o la película "Scarface" de Al Pacino son un tabú.

Pero las remeras sexualmente sugestivas suelen caer en una zona gris que requiere que las autoridades evalúen cada caso en particular. Algunos mensajes se consideran inofensivos -"Mi novio besa muy bien"-. Otros, no.

"Intentamos no hacer de esto un escándalo, pero también queremos proteger el ambiente escolar", dijo Rick Mondloch, de la secundaria Robinson en el condado Fairfax. "Estas remeras son mucho más osadas que hace cinco años, así que hay que estar atento".

Robynne Prince, subdirectora de la secundaria Eleanor Roosevelt, dijo: "Si hay remeras con connotaciones sexuales obvias, entonces sabemos exactamente qué hacer, pero hay algunos alumnos que tiran de la cuerda todo el tiempo".

Para las alumnas que cumplen con las reglas en cuanto a escotes, por ejemplo, las remeras ofrecen la posibilidad de mostrar sin mostrar. "Tenemos tantos códigos que las remeras nos permiten rebelarnos contra los profesores y los directores porque no podemos usar lo que queremos", dijo Ashli, 17, de la Eleanor Roosevelt, que aseguró que su deseo es no tener sexo hasta estar casada. "Creo que la mayoría de las chicas y los chicos se ponen estas remeras porque son divertidas y llaman la atención. No me importa lo que dicen los demás".

A su mamá, Yakini Ajanaku, las remeras que usa su hija la tienen sin cuidado porque, según ella, Ashli las usa para ser irónica. "Sé que es una chica muy dulce y muy conservadora y no tiene relaciones sexuales", dijo Ajanaku. "Otra gente probablemente malinterprete las cosas, pero a mí no me molesta. ¿Qué importa lo que piensan los demás?"

En una cultura que bombardea a los adolescentes con imágenes sexuales, las remeras son otra manera de estar a la moda sin necesariamente ser literal, según los estudiantes entrevistados para este artículo.

Las remeras destacan una paradoja sobre esta generación: incluso en un momento en que cada vez más adolescentes absorben mensajes sexuales ubicuos, los datos federales demuestran que dicen tener menos relaciones sexuales que sus pares en generaciones anteriores. Si bien una encuesta reciente del Centro Nacional para Estadísticas de la Salud determinó que más de la mitad de los adolescentes practican sexo oral, los índices de embarazo adolescente descendieron marcadamente desde principios de los 90. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el porcentaje de estudiantes secundarios que dicen tener relaciones sexuales cayó del 54% en 1991 al 47% en 2005.

"Es un panorama desconcertante", dijo Sarah Brown, directora de la Campaña Nacional para Prevenir el Embarazo Adolescente en Washington. "Cuando alguien ve a una chica o un chico con una prenda provocadora, se hacen muchas suposiciones sobre lo que pasa, que pueden ser o no ciertas. Y ése es el punto".

Hace años que existen las remeras provocadoras. Pero hoy las autoridades escolares ven remeras que son mucho más explícitas. Está en ellos determinar qué es inocuo, que es levemente sugerente y qué es, francamente, desagradable.

Cuando a los estudiantes se los detecta con remeras que cruzan la línea, por lo general se les da una remera de la escuela o se les pide que se den vuelta la que llevan puesta. Las autoridades escolares dicen que es difícil andar controlando lo que dicen las remeras, porque muchas veces los alumnos pasan rápido o esquivan a las autoridades para ocultar sus remeras cuestionables. "Es como el Pac Man. Los ves venir por el pasillo y ellos intentan evadirte", dijo Myca Gray, subdirectora de la secundaria Gar-Field en Prince William.

En la Eleanor Roosevelt, los estudiantes "atrapados" con remeras que se pasan de la raya a veces deben usar las remeras del colegio que los catalogan como "violadores del código de vestimenta".

La mayoría de los padres entrevistados dijeron que preferirían que sus hijos no usaran remeras obscenas , pero que a veces tienen que ceder. Rosa Pulley intentó obligar a su hija Keana, 17, a devolver una remera que dice "Sí, pero no con vos". Pero Keana insistió. "Yo tengo que elegir mis batallas", dijo la madre. "OK, no me gusta. Ella la usa, pero podría ser algo peor". Keana dijo que el mensaje de su remera era ambiguo. "Podría significar 'Sí, quiero ir al cine, pero no con vos'", dijo. "Si quisiera ser sexy, como en MTV, me compraría remeras ajustadas y cortitas".

La moda de las remeras aparentemente no tiene límites raciales o étnicos. Las chicas son las que más las usan. Los chicos dicen que los mensajes no tienen nada de confuso. "Cuando ves una remera que dice '100% soltera', entonces te ves obligado a acercarte y a hablar", dijo Paul Barrett, 17. "De todos modos, no me gustaría que mi novia las usara".

En la boutique de Prince George, Ashli decidió qué se pondría para ir a la escuela. Regresó a la estantería la remera que decía "Confía en mí, soy soltera". Se compró "Yo sé lo que los chicos quieren" y fue directo a la caja. "Me gusta ésta", dijo, "porque me pega con unos zapatos que tengo".

Fuente: Ian Shapira, The Washington Post (traducción de Claudia Martínez)

Consumo de mensajes o mensajes consumidos?


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« No es posible hablar de consumo a propósito de mensajes poéticos, como se habla de consumo a propósito de mensajes referenciales. Un mensaje como “Prohibido asomarse al exterior”, que puede verse en los vagones de ferrocarril, por el hecho de haber sido reiterado y ofrecido a nuestra descodificación infinidad de veces, se presta en forma optima al consumo: nadie se acuerda de él cuando siente deseos de asomarse a una ventanilla estando el tren en marcha. Para hacerlo de nuevo eficaz, debería ser reiterado en forma original, o enriquecido con el aviso de una multa que se impondrá a los contraventores; o mejor aún, traducirlo en una nueva fórmula que, por su formulación inesperada, constituya un elemento de shock; por ejemplo: “Hace dos meses, el señor Bofarull, asomándose a esta misma ventanilla, perdió un ojo al clavársele en él una rama, entre las estaciones de Garraf y Sitges.”

Pero el caso del mensaje poético es muy distinto. Su ambigüedad es un desafío constante al descifrador distraído, una permanente invitación al criptoanálisis. Nadie es capaz de afirmar que, difundido más allá de los límites de lo soportable, un mensaje poético, entendido por muchos como puro “fetiche”, pueda ser afrontado por hombre alguno con una disposición de absoluta virginidad.

Nadie es capaz de afirmar, por último, que el mensaje, ofrecido a receptores que se enfrentan con él por primera vez, escape a su utilización como fetiche y –aun sin estimular una descodificación apropiada– sea afrontado de un modo totalmente nuevo, según un código que no era previsto por el autor. »

Umberto Eco, fragmento de Apocalípticos e Integrados.